Se
trata de proyectos para la ciudad antigua -aquí como en Zamora antes-
y específicamente para la Cidadela de Bragança, núcleo originario
de la ciudad fundada como acrópolis defensiva, que se ha mantenido a lo largo
del tiempo hasta las transformaciones y restauraciones llevadas a cabo en la
primera mitad del siglo XX. Cidadela que
viene definida por la presencia de la muralla circundante como recinto
definidor, imagen unitaria proyectada hacia el exterior, todavía hoy
reconocible y eficaz. Este mismo sistema
del recinto sirve también para la organización interior urbana de estas ciudades
antiguas, a modo de alvéolos envolventes -o manzanas- en cuyo interior se desarrollan
los distintos usos, siempre respetando ese límite murario que fija su posición
relativa respecto a la trama urbana de calles o plazas donde se ubican,
conformando las diversas fachadas
exteriores según el tipo de edificio propuesto. Así sucede en Bragança.
Recintos
urbanos -como sucede en el I Ejercicio- capaces de contener entre sus muros:
palacios, viviendas artesanas de diverso tipo, jardines, huertos, conventos,
iglesias o ermitas…lugares de trabajo…o un hotel singular en nuestro caso.
Recintos siempre cerrados, guardando y abriendo tras sus muros los lugares para
la vida interior en patios, compases, jardines y huertos, fundada en la radical
separación dentro-fuera y todo lo que
ello significa en cuanto a las posibilidades de creación de atmósferas de
sorpresa, emoción, misterio, sabiamente administradas, y también de riqueza de
espacios, de la concatenación de luces cambiantes, de sugerentes posibilidades
para la vida cotidiana de los habitantes de estos recintos en la ciudad.
Calles con luz de patio, por usar la voz de J.L.Borges, a modo de trincheras urbanas que
organizan entre sí estos recintos, como se experimentará en el II Ejercicio
respecto a la re-construcción de la calle de la Cidadela, trabajando en
la “sombra” del Cuartel neoclásico de Cazadores desaparecido.
Trabajaremos
así en proyectos dentro del contexto de la ciudad
antigua de Bragança, desde lo real, preciso y concreto, tal y como nos
recuerda la cita de Rilke que abre este texto. Una capacidad para definir la
idea de cada proyecto, un limitarse el
propio campo de actuación que en realidad es un extenderse -como diría
Goethe- a los fundamentos de la experiencia urbana universal aún en esta escala
tan acotada. En definitiva un
ejercitarse exigente en el proyecto donde se cumpla el consejo de Alberti: que tu
juicio crítico sobre cuanto has proyectado, no esté influido simplemente por el
amor de la mera creación sino que esté regido por un “sosegado razonamiento”.
Por cierto que esta misma idea –“une recherche
patiente”- se exigirá continuamente Le Corbusier para pensar y construir lo mejor de su obra.
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